Mensaje post terremoto

Es una amanecida común y corriente, donde las personas descansaban, estaban de fiesta con los amigos, navegaban en Internet, trabajaban o simplemente visitaban su lugar especial, disfrutando de una buena lectura junto con su café favorito.

Cada ambiente tenía su propio sonido: El silencio en la habitación era tranquilizador para algunos, o puede que una musiquita acompañase a otros en sus veladas nocturnas. Pero lo que nadie sospechaba era que a las 03.34 de aquella alborada se produjera un cambio que nos unió a muchos en una constante duda, alerta e infinita agonía.

Nacía en nuestra historia un temblor, un terremoto, un tsunami, que no solo removió casas, edificios, la tierra misma, el mar y cuánto elemento estuviese sobre aquella madre naturaleza. Si no que sobre todo removió nuestros sentimientos, nos provocó un dolor, un miedo incalculable. Nuestra mente nadó a velocidad luz, pensando en nuestras familias y seres queridos, en qué sucedería después de sentir inestable el piso que hasta ahora se había mantenido firme en nuestro andar.

Algunos tuvieron suerte, y solo fue un vaivén que provocó el descenso de algunas cosas de los estantes, un miedo palpable, que aceleró nuestro corazón y nos hizo conectarnos con los demás. Otros, sintieron a la tierra tronar bajo sus pies con furia, provocando la caída de sus casas, haciéndoles perder su morada que les cobijó por años, incluso antes de haber nacido, perdieron vienes materiales, artefactos, automóviles. Sin embargo, hay quienes sufren muchísimo más hoy en día, y posiblemente, cabalgarán con un dolor terrible dentro de sí. No solo perdieron su hogar y sus enceres, perdieron la vida de sus seres queridos, de quienes conformaban su grupo familiar. Han y hemos perdidos a amigos, familiares, personas a las cuales no podremos ver nunca más en esta instancia.

El terremoto ya pasó. Demostró su fuerza y brutalidad, bañando a diversas costas de nuestro Chile con más terror, más angustia. Pero como lo dijo una entrevistada en la televisión, con lágrimas en sus ojos: “Mientras tenga mis manos, podré salir adelante, siempre”, debemos de seguir aquel ejemplificador relato. Demos gracias a cualquier divinidad que creamos y confiamos nuestros pensamientos, porque estamos vivos, con nuestras familias, porque hoy tenemos un techo, agradecer porque tenemos comida, ropa y comodidad, y sobretodo, tenemos manos para ayudar a quien es nuestro hermano y hermana.

El terremoto ya pasó, marcando carreteras con enormes grietas que superan en tamaño a una persona común y corriente, pero que dichas fisuras no se comparan con las aberturas de los corazones de quienes hoy en día, siguen buscando a su familia, quienes cuidan y protegen lo poco y nada que tienen, porque los saqueos e incendios comienzan a hacerse notar con mayor brutalidad y vergüenza.

El terremoto ya pasó, provocando una pausa en este país; angosto, largo, de tierra minera, portuaria, industrial, agrícola, enfundada de maravillosos paisajes, de personas hermosas que comenzaban a despedir sus vacaciones, de pequeños que ansiaban regresar al colegio para ver a sus compañeros y amigos, dispuestos a dibujar “Lo que hice en mis vacaciones” ¿Cuántos de esos dibujos no se harán hoy? ¿Por qué no hay escuelas, útiles escolares? ¿Por qué no hay niños y niñas?

El terremoto ya pasó. Y tenemos una congoja en nuestro latir. Porque estamos lejos y no podemos ayudar en carne propia al amigo y hermano que está lejos, buscando entre los escombros, una luz, una vida más. Estar cerca para no ver la televisión, sino, estar ahí, en el lugar de los hechos. No solo recoger alimentos no perecibles, sino, prepararlos y servirlos, no solo buscar ropa, querer arrullar a los pequeños que no tienen a sus padres y se enfrentan de ahora en adelante a una nueva e injusta realidad.


Chile tiene demasiadas heridas de guerra, hay terremotos antiguos, enfermedades, crisis, pero son mayores los recuerdos solidarios, las movilizaciones y el apoyo que nos damos los unos y los otros en este momento y en batallas pasadas. Poco a poco, todos juntos volveremos a poner el play a nuestro país, a pintar las casas con sonrisas y calor humano, a recorrer las carreteras con nuestros sueños e ideales, a abrirnos paso a las oportunidades que el mismo futuro nos irá brindando, para poder llegar todos juntos, de igual forma, a un mañana mejor.

Spilled Coffee on a Fic, está presente de manera espiritual con todos, con todos los chilenos y chilenas que sufrieron, sufren y sufrirán por aquel desastre natural. Sobretodo con aquellas personitas que visitan este espacio, para relajarse y conocer un poquito más del mundo fickero, quienes dejan su propina con su comentario y están al pendiente de esta cafetería.

Un abrazo caluroso, cargado de buenas vibras, con un café especialidad “Spilled” fundamentalmente a las meseras de este café, quienes en su mayoría, vivieron y experimentaron en carne propia este fenómeno de la naturaleza. A todas ellas, Eni, Paanchy, Nori, Manne, Hallie, Niki, Lizzy, Nikkio a sus familiares, amigos… también, un saludo sincero y afectuoso a todos los integrantes de Crepúsculo Chile de todas las zonas afectadas, no saben chicos y chicas la preocupación que tenemos todos por ustedes, aún sin conocerlos demasiado.

Con Cariño y preocupación por ustedes
Les deja un abrazo afectuoso
El Staff de Spilled cofee on a fic.